Hubo una soledad enorme dentro de mí después de la muerte de mi padre. Habíamos estado toda la familia, la tropa entera, en el funeral y en la cena post-funeraria, y ahora me sentía completamente a solas en mi casa y en mi cabeza.
Mi marido llevaba a uno de mis hermanos al aeropuerto. Nuestros hijos estaban jugando con el Lego en el cuarto de estar y yo me movía por la casa como si llevara el mandil de plomo que te ponen en el pecho durante los rayos equis. Nuestro caniche grande iba detrás de mí, su hocico húmedo de vez en cuando tocando mi mano, recordándome que me acompañaba.
Sonó el timbre de la puerta. ¡Más almas para acompañarme!
Una pareja que vendía aspiradoras. Interesante. Les dejé pasar. A nuestra perra no le gustaba nada. Ella no les ofreció nada, ni siquiera su espalda para que se la rascaran. La caniche se sentó a mi lado y les miraba mientras ellos me explicaban cómo se movía la aspiradora: fluida y eficaz.
Hablaban de mantener el orden en la vida y en el hogar. Orden. Suspiré, pensando en la casa de mis padres. La aspiradora era tan ligera, tan ágil.
Es cierto, me encanta un suelo limpio. La aspiradora haría mi vida completa. Mi aspiradora antigua hacía un ruido como una avioneta y aspiraba casi tan bien. Eché un vistazo a mi perra. Ella me lamió suavemente la mano y me recordó que ella también limpiaba el suelo mejor que la aspiradora antigua, limpiaba cualquier comida en el suelo y fregaba con lengua como una loncha de jamón York, ella ayudaba y me ayudaría…
La pareja empezaba a hablar de cómo financiar la aspiradora. No hago matemáticas. Dejé de escuchar. Ellos no se dieron cuenta de que me estaba deslizando.
Todos oímos la puerta del garaje abrirse, mi marido osal quitando cualquier traza de nieve de sus botas.
Nuestra perra corrió a saludarle y también a pedirle que parara la locura.
“¿Son ustedes amigos de Mary?” preguntó, bajando la cremallera de su anorak.
Ellos explicaban de la aspiradora fluida, ligera, eficaz. Las cejas de mi marido se levantaron como arcos.
“Permitan que ponga mi anorak en el armario,” salió del salón, regresó, se sentó a mi lado y les animó, “Díganme ¿cómo es el plan de financiación?”
Orgullosamente, ellos explicaban el plan, el valor añadido para la felicidad a una tasa de interés de 6%.
Mi marido me miró a los ojos y me cogió de la mano antes de ponerse de pie.
“Esto acabaría siendo $7,480 para una aspiradora. No creo que podamos pagar esto. Por favor, dejen que les acompañe a la puerta.”