Las personas comen como viven: con pasión, mordiendo la comida a grandes bocados, y masticándola, moviendo la masa de un lado al otro dentro de la boca, o bien, con precaución, cortándola en pedacitos y empujándola por cada punto cardinal del plato sólo metiéndose un tercio de la comida del plato en la boca.
La manera de comer es una medida genial para averiguar la vitalidad de una persona. A mí me encanta comer (cocinar ya es otro asunto…) En casa de mis padres teníamos asientos asignados: los dos zurdos sentados en las esquinas para no dar codazos, la benjamina (yo) a la derecha de nuestro padre, y el hijo que necesitaba la mayor, em, ayuda con sus modales a la izquierda de nuestro padre (tú sabes quién eres…). Quería a mi padre pero me molestaba estar a su derecha, entonces aproveché cuando mi segundo hermano se marchó de casa y me mudé a su sitio a la otra punta de la mesa. Era una mesa grande y yo estaba lejos del ojo y de las correcciones dulces de mi padre. Mis modales sufrían, y aun sufren por esta falta.
Porque me encanta comer, me encanta comer en casa de mis suegros. Aparte de ser los mejores cocineros de toda España, tienen modales perfectos. Al principio creía que mi suegra comía con excesiva prudencia, luego me di cuenta de que estaba modelando los buenos modales para sus hijos, apelmazando su pasión por la comida y la vida para que sus hijos aprendieran a controlar la suya. Sacrificio y amor de madre.
Yo la miraba con fascinación mientras ella comía la fruta. Era capaz de comer casi cualquier fruta con cuchillo y tenedor, sus dedos largos y fuertes cortando con firmeza y delicadeza, con la precisión de una cirujana.
Mi madre no se fiaba mucho de la fruta; de las uvas en particular.
“¡Están llenas de azúcar! ¡Las calorías irán directamente a las caderas!”
No obstante teníamos un cajón de dulces en nuestra casa: Mr. Goodbar, Hershey, Twix, Kit Kats…menos mal que ninguno de ellos tenían ni azúcar ni calorías. Eso sí, cuando nuestra madre comía fruta, la comía a grandes bocados.
Mi hija tiene las manos de su abuela española, alargadas y bellas, espero que aprenderá a comer con la misma elegancia pero también espero que aprenda a comer con una pasión sin límites. Siempre puedo esperar.