Cuando estábamos en el último año de la universidad – o sea – después de cuatro años de estudios en una universidad muy buena, a mi amiga refinada le entró una especie de alegría sin límites, yo estaba estudiando en mi mesa delante de unas ventanas inmensas. Vi su VW Escarabajo entrar en el aparcamiento del edificio pero me quedé donde estaba, estudiando. De de repente apareció delante de mi ventana marcando el ritmo con una caja de M&Ms con cacahuetes, cha-ka, cha-ka, me preguntó, “¿Quieres?” Cha-ka, cha-ka…yo estaba a punto de contestarle cuando se metió la caja vacía en al bolsillo y miró a los dos M&Ms de cacahuetes que le quedaban en la mano. Se rio rió, y luego, quién sabe por qué razón, puso un M & M en cada ventana de la nariz y bailó un bailecito de porque quiero y porque puedo. Alegría total hasta que inhaló aire y la cara de simpática cambió a una cara de “Oh, schiesse!”
La cara de Oh-schiesse cambió a una de pánico y una de tener que respirar por la boca – y respiró por la boca durante todo el camino a Urgencias. Mientras extrajeron los M & Ms mocosos, la pregunta más repetida fue, “¿…y eres una estudiante en el último curso… de la universidad…?