Mi marido tiene tantos pelos en la cabeza como bondad en el alma. Cualquier persona que le haya visto sabe que esto es mucho pelo, y mucha bondad. Su padre tiene el mismo pelo y la misma bondad, mi cuñado, también, y mi sobrino, y mi hijo. Creo que es algo genético de la zona.
Un verano estábamos en la playa en España. Llevo gafas y básicamente solo veo formas de color sin ellas. Salí del mar, llena de gratitud por poder estar en una playa en España, llena de amor por el mar, y llena de aún más amor por mi marido… vi su bañador rojo y su pelo canoso precioso y no me pude contener, corrí los cuatro pasos hacia él y le di unas palmaditas en el trasero.
La cabeza con pelo canoso precioso se dió la vuelta y reveló una cara que no era la de mi marido.
“¡Usted no es MI marido!” exclamé toda indignada.
El hombre me miró con risa en los ojos. Mi marido, que estaba a unos pasos de allí, no pensó que esto fuera nada divertido y después de disculparme, nos fuimos los dos por la playa y me preguntó , “¿Por qué no te operas de la vista…?”