No me gusta darme aires, pero sé que todo el mundo en nuestra parroquia sabe que si cruzas el umbral de la iglesia en mi compañía, lo más seguro es que llegues tarde.
Eso es reputación.
Un domingo vi a unos amigos andando hacia la iglesia. Me apuré para alcanzarles. Íbamos a paso de legionario, nuestra conversación al ritmo de nuestros pasos.
Sonó una sirena de un coche de bomberos.
Sin romper la zancada, mi amiga comentó a su marido, “Bueno, no puede ser Mary esta vez, no es la hora de la cena.”
Un comentario sin ironía, un comentario tan común y comentado que no tuve que pedir sarcasmo prestado.
Eso es reputación.
Los veranos en España traen sequías y noticias de incendios en los montes. Estábamos conduciendo en la autopista y vimos una zona de monte ardiendo. La voz de nuestra hija sonó desde el asiento de atrás, “¡Mirad! Mamá está preparando una barbacoa en el monte!”
De las bocas de los inocentes.